Viajar es vida, viajar es conocimiento y sabiduría. Además, resulta maravilloso conocer lugares con tanta historia y tanto que contar. Y tan solo está aquí, bajo nuestros pies, deseando que pasemos por ahí para así disfrutar de su esencia. En esta ocasión, las bodegas de Fermoselle nos enseñan una de las razones por las cuales esta localidad desprende tanto encanto.
Desde luego Fermoselle, un pequeño municipio de la provincia de Zamora, consigue enamorar con sus maravillosas bodegas subterráneas situadas en pleno casco histórico. Por esta razón, se le conoce como el pueblo de las 1.000 bodegas. ¿Nos vamos a descubrirlo?
¿CONOCES FERMOSELLE? Acompáñanos a descubrirlo en nuestro artículo 11 lugares qué ver en Fermoselle.
Antes de pasar a detallar cada una de las bodegas de Fermoselle, en primera instancia, vamos a situar este encantador rincón de España.
Ciertamente, Fermoselle tiene una situación privilegiada, ya que se sitúa en pleno corazón de los espectaculares Arribes del Duero.
Concretamente, Fermoselle es un municipio cercano a varias provincias. Por un lado, situado casi a 60 kilómetros de Zamora, pero, además, a unos 70 kilómetros de Salamanca. Aun así, forma parte de la provincia de Zamora y es considerada como la capital de los Arribes del Duero.
En primera instancia, si vas a visitar Fermoselle, claro está que, no te puedes perder la visita guiada a las bodegas subterráneas de Fermoselle. Sin ir más lejos, un recorrido a través de un total de 4 bodegas donde descubriremos la historia y la esencia de este espectacular municipio.
Se trata, por tanto, de un recorrido de casi dos horas alrededor del casco histórico. Por cierto, nosotros reservamos esta visita Online donde hay dos tipos de entrada. Considerando el precio, nosotros cogimos la entrada con cata de vino incluida.
Para comenzar, nuestra ruta de las bodegas de Fermoselle tiene su inicio en su característica Plaza de Mayor. Posteriormente, nos dirigiremos a la primera de las bodegas que veremos en este recorrido: Bodega la Botica, y así hasta visitar un total de 4 bodegas.
A priori, las bodegas de Fermoselle, eran meras cuevas de refugio tanto para pastores como para, además, el ganado. Posteriormente, a partir del siglo XVI, se comienza a ver que estos lugares eran perfectos e idóneos para convertirse en bodegas por dos razones principales: Por un lado, llegan a contar con una humedad de hasta el 90%. Por otra parte, son capaces de mantener una temperatura de entre 14 y 16 grados.
Lo cierto es que estas bodegas son bodegas de piedra de granito que se excavaban a mano. De hecho, se tardaba entre 300 y 500 años en tenerlas completadas. Tan solo por esta razón, se hace aún más interesante si cabe hacer esta visita para así conocer cada uno de sus detalles.
En primer lugar, nuestro recorrido comienza en: La Bodega la Botica, una bodega que ciertamente sorprende desde el momento que ponemos el pie en ella.
Se trata de una bodega con varias dependencias. La visita a la misma comienza justo al final de la misma para, así pues, ver y conocer la “Zarcera”. (respiradero abierto en las bodegas para facilitar su ventilación). Sin ir más lejos, en este lugar, caía la uva desde arriba para después, pisarse desde abajo. Posteriormente, se pasaba a unas cubas de madera de castaño.
Ejemplo de una cuba de madera de castaño al fondo
La Bodega la Botica es una de las bodegas más ricas de Fermoselle. Además, se realizaron cambios arquitectónicos que la mejoraron: Por un lado, por ejemplo, el “Arbañal”, es decir, el sistema de cañerías, que conseguiría filtrar el agua a través de las mismas. Por otra parte, el sistema de ventilación a través de agujeros que conectan las bodegas y facilitaría el oxígeno en cada una de ellas.
En 1958 se crea la cooperativa del vino. Esto es determinante, ya que provoca que los vecinos que ocupaban estas bodegas para hacer el vino, dejen de hacerlo y se conviertan sencillamente en merenderos. De todas las bodegas del momento, el 90% se destinan hoy en día, a meros merenderos, mientras que el 5% restante continúan como bodegas y el otro 5% simplemente se alquilan para ser visitadas.
Debido a su pérdida de valor, se pone en marcha esta increíble iniciativa para así pues, llevar a cabo la conservación, así como mantener el valor del patrimonio inmaterial de estas bodegas.
De esta forma, y tras todas las explicaciones de nuestra guía, entendemos que hay objetos que están fuera del tiempo de estas bodegas, como por ejemplo el pozo de cemento que vemos en la dependencia central de la Bodega la Botica
Fermoselle tiene su propia denominación de origen. De hecho, es la tercera más pequeña de España con 22 bodegas. Asimismo, la mayor de ellas tiene 70 hectáreas. En realidad, estamos hablando de una uva sin mucho mosto, sin embargo, aún así, se llegan a elaborar hasta 500 unidades por año. Sin lugar a dudas, son vinos diferentes, de una calidad especial.
Cada una de las bodegas que visitamos, son totalmente diferentes, cada una de ellas aporta algo diferente y tiene una historia detrás.
Por ello, seguimos nuestro recorrido y nos adentramos en el encanto de la bodega más antigua de Fermoselle, una bodega que data del año 510. Lo más llamativo, es que aquí podemos sentir como la humedad de la misma está casi por encima del 96%. Asimismo, se trata de una bodega que no cuenta con respiraderos debido a la sencilla razón de que se tapiaron.
Hoy en día, esta bodega es la despensa del restaurante de al lado y podemos observar como la puerta de entrada es la única puerta de ventilación.
La bodega más antigua de Fermoselle esconde un secreto increíble que a simple vista no se hace evidente.
Como bien sabemos, en 1492 se expulsa a los judíos de los reinos de Castilla y Aragón. La mayoría de estos judíos, emigran principalmente a Portugal y muchos de ellos, en su camino hacia el país vecino se toparon con Fermoselle. Sin duda, vieron de esta localidad, el lugar idóneo gracias a su situación geográfica. Esto hace que Fermoselle se llegue a convertir en uno de los mayores núcleos de judíos conversos en torno el siglo XVI.
Como buenos judíos, sus costumbres permanecían intactas. Sin embargo, tenían que realizarlas más bien, de manera oculta. Por esta razón, las bodegas de Fermoselle resultaban en lugar perfecto para celebrar sus eventos. Con todo esto, esta bodega en particular alberga el ritual judío: Una especie de bautismo primitivo que se realizaba ante acontecimientos muy importantes. Un lugar con signos claramente judíos como por ejemplo, sus exactos 7 peldaños, número tan característico de esta cultura.
Mientras nos adentramos en la tercera de las bodegas de Fermoselle, nos damos cuenta como las apariencias engañan. A medida que la guía continúa hablando sobre pequeños detalles de la misma, pensamos que estamos realmente en una peña. Sin embargo, qué equivocados estábamos, porque en apenas unos minutos conoceremos, la que es sin duda, nuestra bodega preferida de Fermoselle.
En primer lugar, en la parte alta, nos encontramos con la parte pública de lo que hoy en día es la Peña del Pulijón. Por otro lado, en la dependencia de en medio, está la parte privada que es un chosco vasco que nos da paso a la última y más espectacular dependencia: Su bodega.
En realidad, visitamos una bodega de espectáculo que para nada pensábamos que se escondiera bajo estas dependencias. Formada, de hecho, por varias partes, lo primero que nos encontramos al adentrarnos en ella, es un arco de medio punto. Un elemento con una historia muy característica que se remonta a la época de Carlos I de España y V de Alemania
Durante la guerra de las comunidades de Castilla contra Carlos I, destrozan absolutamente todos los pueblos que pertenecían a este rey. Desgraciadamente, Fermoselle es uno de ellos. Por ello, ante este destrozo, se amontonan cientos y miles de piedras que, gracias a una ley, se conservan para uso privado. Lo cierto es que, por suerte, estas piedras llegan a parar a este increíble arco de medio punto indestructible, sin cemento ni argamasa.
Además, vemos como en una de las esquinas aparece un túnel. Ciertamente, son túneles que conectan de 100 a 200 bodegas de manera subterránea. Si continuáramos a través de ellos, en apenas 3 kilómetros, daríamos a parar frente al río Duero. ¡Curioso cuanto menos! ¿no?
La Bodega del Pulijón nos da la respuesta a esta pregunta que lleva rondando por nuestra cabeza desde que hemos iniciado el recorrido por las bodegas de Fermoselle. Hoy en día la bodega del Pulijón, es principalmente, una sola bodega, pero originalmente estaba compuesta por tres bodegas, una por cada dependencia.
Con el fin de saber cuántas bodegas subterráneas tenía Fermoselle, en primer lugar, en 1750 se realiza un primer censo para poder contabilizarlas Tras este censo, se conoce que este pueblo cuenta exactamente un total de 422 bodegas. Posteriormente, ya en 1923 se vuelve a realizar otro censo y curiosamente se cuentan 800 bodegas, es decir, se multiplican.
Sin embargo, seguidamente, casi 40 años más tarde, en 1963, coincidiendo con la época franquista, se decide realizar un tercer y último censo. El motivo principal de este último censo es que nos encontramos en un periodo de la historia muy complicado, en plena Guerra Fría donde existe un enorme temor ante las posibles bombas atómicas. Por ello, era importante conocer cuánto espacio subterráneo se disponía con el fin de proteger a la población. ¿Sabéis cuántas bodegas se descubrieron? … Ni más ni menos, que un total de 453 bodegas, es decir, la mitad que en 1923.
Desde luego, esto ciertamente sorprende cuanto menos. En cambio, la principal razón es sencilla: resulta que hay cientos de bodegas escondidas y tapiadas en Fermoselle. Además, por otro lado, las bodegas se dividían de generación en generación, hecho que provocaba que cada vez se hacían más pequeñas y se fueran multiplicando llegando a convertirse en el famoso pueblo de las 1.000 bodegas.
Ejemplo de puerta tapiada de una bodega
¿Sabéis dónde se encuentran la mayor parte de las bodegas subterráneas de Fermoselle? Aquí, en la calle del Requejo. Una calle muy característica, presidida por uno de los principales atractivos turísticos de este maravilloso rincón: El Arco de Fermoselle.
Para concluir, nos vamos hasta la última de las bodegas de esta maravilla ruta: La bodega de Pastrana. A continuación, descubrimos ya una bodega moderna que data de 1760 y contiene barricas tanto de roble francés como también de roble americano. Aquí se trabaja un vino reserva del 2018. Terminamos este recorrido por un paseo por las barricas, al mismo tiempo que conocemos que en cada una de las barricas hay una capacidad de hasta 220 litros.
Barricas Bodega Pastrana, Fermoselle
Después de casi dos horas intensas descubriendo lugares inéditos, viviendo la historia y disfrutando además, de la explicación de nuestra guía, toca el turno de disfrutar de una cata de vinos donde ponemos a prueba nuestros sentidos ¿Nos acompañas?
Ciertamente, todo está perfectamente organizado para así disfrutar de dos vinos totalmente diferentes, que según nuestro olfato nos dirigen hacia un determinado sabor. Sin embargo, cuando lo probamos, jamás pensaríamos que su sabor fuese a ser así. ¿Te animas a completar esta ruta a través de las bodegas de Fermoselle con esta increíble cata de vinos?
Fermoselle es un pueblo con un encanto especial. Sin duda, ya desde el minuto uno a través de sus calles empedradas podemos sentir el valor indiscutible de este pueblo. Además, el hecho de descubrir estas bodegas, ha sido un auténtico descubrimiento. ¿Te las vas a perder?
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Gracias principalmente a nuestra guía por adentrarnos a través de este increíble recorrido. Sin duda, otra forma de viajar y adquirir de hecho, un conocimiento añadido
2 comentarios
Malen
Precioso relato de un día perfecto en Fermoselle ! Que nadie se lo pierda !
Noelia Castaño
No podemos estar más de acuerdo 🙂 ¡Qué nadie se lo pierda!. La historia de las Bodegas de Fermoselle es para conocerlas en primera persona.